Si no es porque alguna vez llegó a mis manos un manual de protocolo, habría metido las patas muchas veces en el ítem condolencias. Uno quiere aparecer como el Sensei, con el discurso de autoayuda perfecto, y la verdad es que tanto la norma social como el sentido común dictan que en ciertos casos lo mejor es hablar lo menos posible. Esto mismo se lo escuché a Jodorowski, cuando contó que su hijo había muerto y recibió la visita de su "gurú" espiritual, de quien uno esperaría puras frases para el bronce. En cambio, al ver a su discípulo, el maestro sólo le dijo: "duele". Se abrazaron y no dijeron nada más. Buen blog, Carlos!
Es verdad, es delicado cuando pasa esto porque uno tiende a adjudicarle un peso equivocado a la causa de la desazón del otro: o mucho, o muy poco. Si agravas el asunto, puedes deprimir más a la persona que sufre, y si lo tomas muy a la ligera, esa persona puede pensar que no la estás entendiendo. Yo creo que es mejor limitarse a escuchar y dar una opinión personal cuando la piden. Muchas gracias por tu comentario, Bicho! Y un honor que te haya gustado el blog :D
Puede sonar muy cliché, pero es verdad: a veces sólo con acompañar y escuchar, aunque no digas nada, te lo agradecen.
ResponderEliminarExacto, a veces las palabras sobran y basta con estar presente :)
EliminarGracias por comentar, Adrián!
Si no es porque alguna vez llegó a mis manos un manual de protocolo, habría metido las patas muchas veces en el ítem condolencias. Uno quiere aparecer como el Sensei, con el discurso de autoayuda perfecto, y la verdad es que tanto la norma social como el sentido común dictan que en ciertos casos lo mejor es hablar lo menos posible. Esto mismo se lo escuché a Jodorowski, cuando contó que su hijo había muerto y recibió la visita de su "gurú" espiritual, de quien uno esperaría puras frases para el bronce. En cambio, al ver a su discípulo, el maestro sólo le dijo: "duele". Se abrazaron y no dijeron nada más. Buen blog, Carlos!
ResponderEliminarEs verdad, es delicado cuando pasa esto porque uno tiende a adjudicarle un peso equivocado a la causa de la desazón del otro: o mucho, o muy poco. Si agravas el asunto, puedes deprimir más a la persona que sufre, y si lo tomas muy a la ligera, esa persona puede pensar que no la estás entendiendo. Yo creo que es mejor limitarse a escuchar y dar una opinión personal cuando la piden.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Bicho!
Y un honor que te haya gustado el blog :D